Desde hace ya algunos años (bastantes) a esta parte, hay una frase acuñada y venerada como florín de oro en la farándula Argentina: nuestras divas son 3, Susana, Mirtha y Moria.
Bueno, resulta que de tanto escuchar este axioma lo terminamos repitiendo como un mantra, un mantra que por lo menos a mi me hace un ruido tremendo.
Susana responde efectivamente a las características de una Diva, o es lo más cercano que podemos tener: es exitosa, millonaria, tiene un estilo de vida extravagante, un carisma arrollador y nadie se cuestiona como ni por qué está donde está. Ahora, como toda Diosa, (porque de ahí proviene el término) es una mujer inalcanzable de paso etéreo por la tierra de lo cotidiano, en donde estamos nosotros los que vivimos con esas moneditas chiquititas de 10ctvs que no se "¡a quién se le ocurrió fabricar!".
Mirtha es en cambio, para mi, una Estrella rutilante, de mente sagaz como pocas y con una trayectoria sólida que defendió a capa y espada haciendo sacrificios personales que deben haber tenido seguramente un impacto altísimo en su vida personal. Y justamente eso requiere de una entrega hacia la gente total, una entrega que una Diva por su estatus de inalcanzable no se puede permitir, como todas las Estrellas a pesar de que está allá en el firmamento, pertenece a este universo y nos alumbra con su luz.
Moria en cambio es un ícono pop. Si Andy Warhol viviera pintaría seguramente un cuadro con las 4 caras de ella. El creador del arte "popular" hubiera disfrutado viendo cómo todo lo que sale de la boca de una mujer que se abrió camino a base de talento y empeño queda impregnado en nuestra cultura cotidiana, como el packaging de las sopas Campbell`s que popularizó el mencionado artista, Moria tranquilamente podría estar en el paquete de algún producto de consumo masivo en un supermercado y no por eso perder su jerarquía. Eso si, algo tienen en común las tres: el don de entretener.
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