El primer tiempo fue equilibrado. Boca Arancó un poco mejor y a River le costó entrar en ritmo, pero con el correr de los minutos los de la banda se posicionaron mejor en la cancha.
Así fue como Boca, en los pies de Lucas Viatri, tuvo las primeras chances, pero pese a todas sus dificultades la Banda tuvo su oportunidad con un tiro libre de Abelairas que despejó muy bien el arquero Ayala.
El millo no tenía reacción y los Xeneizes supieron capitalizar esa ventaja del rival para llegar al arco defendido por Vega, cuando Vargas, con todo el arco a su merced, erró un cabezazo en una jugada que hizo atragantar a propios y extraños.
Pero River reaccionó. Se plantó de otra manera acelerando por derecha con y Rosales, creando ahí las mejores opciones, como aquel cabezazo de Falcao a los 24’ que su contener el arquero Ayala, en su debut en la primera división.
Ese fue el despertar del elenco de Núñez. Comenzó a insistir, siempre por el lado de Ferrari, y al rozar la media hora de juego vino el quiebre: Battaglia fue muy fuerte contra Falcao y se fue a la ducha antes de tiempo.
El factor moral fue fundamental: Boca le dejó la potestad de la pelota a su enemigo íntimo, y así, después de un latigazo de Rosales que pegó en el cuerpo del arquero Ayala, Gustavo Cabral captó el rebote y lo conectó a la red para marcar su primer gol en River y la apertura del marcador que ponía algo de justicia en el marcador por lo mostrado en ese fragmento del partido, ya que los de Gorosito eran un poco más que su rival. Pero
Pero bien sabido es que en el fútbol no se gana con merecimientos, y el Millo pareció desconocer la máxima. Se descuidó en un contraataque y dejó venir a Mouche. Este cedió a la derecha para Roncaglia, quien remató cruzado encontrando en soledad a Jesús Dátolo entrando por izquierda para poner el 1-1 al cierre de la primera etapa.
La segunda mitad bajó en intensidad. Boca conciente del hombre de menos, su archirrival pareció haberlo olvidado. Por eso los de Ischia se cuidaban de la “ley de la manta corta”: no querían ir al ataque y descuidar el fondo.
Por su parte, River no podía usufructuar la ventaja deportiva que suponía jugar 11 contra 10. Es más, por momentos parecía que le pesaba esa responsabilidad de tener que hacerse cargo del espectáculo.
El partido era un fiasco. Parecía que se habían olvidado de jugar. Pero, fiel a su costumbre, Boca no necesitó dominar para quedarse con la victoria: Ricardo Noir se escapó por la derecha, se metió al área y Cabral lo bajó. Penal cobró Baldassi y Dátolo, el hombre de la noche, lo cambió por gol.
Lo que quedó fue todo azul y oro. El final los encontró exultantes y dueños de todo, mientras que River fue puro desconcierto y, ya sin Ferrari por expulsión, atinó a los pelotazos y centros, tal cual un reflejo del fútbol que mostraron ambos últimamente.
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