Parecían la salvación de la tarde de Canal 13. Parecían la gran propuesta que iba a revolucionar el estilo de los programas vespertinos. Parecían que querían mantenerse siendo progres. Parecían, parecían, sólo parecían.
Este fue el resultado de “Tardes informales”, el programa que empezó intentando mantener esa pátina de prestigio: siendo cool y críticos de lo que ellos llaman periodismo amarillista. Y al terminar esta etapa, que de muestra sólo bastan tres semanas, no resultó, sólo les queda volver a atrincherarse en su horario matutino simplemente para intentar sanar las heridas, para recobrar coraje y para seguir predicando lo que se debe o no debe hacer en la televisión.
Arrancaron con soberbia y se van con el rabo entre las piernas: ¿cómo perder prestigio y rating y morir en el intento? Fácil: creyendo que tenían la verdad de la milanesa. Que con su sola presencia el público les iba a decir que sí, aunque parece que la respuesta fue un “no” rotundo.
Creyeron que haciendo notas en Bailando por un sueño (que nunca habían realizado), y sumándole ese personaje al que llamaron Amarello, una prueba más que sólo confirma que no les gustaba hacerlo y para colmo tildando de amarillista al programa de mayor rating de su propio canal, iban a lograr superar las expectativas.
Por eso la fórmula del éxito, muchachos, no está escrita por nadie y parece que ellos tampoco la tienen. Destapen otra botella, que seguro no será de champagne, y… ¡Sigan participando!
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