sábado, 9 de agosto de 2008

Teléfono para Echarri

Por Jorge Rial
Para
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¿Alguien sabe dónde está Pablo Echarri? ¿El defensor de los derechos de sus compañeros actores? ¿El interprete Kirchenerista por excelencia? ¿El hombre que tiene llegada directa a la presidenta? Pregunto porque, por estos días, se están viviendo momentos difíciles en un canal y el luchador de los artistas no asoma las narices.



Hablo concretamente de Canal 9, una emisora que se convirtió en una repetidora de novelas viejas y, lo que es peor, extranjeras. Latas que apenas superan los 500 dólares el capítulo contra producciones nacionales que las superan en ceros. Que Pablito camine las tres cuadras que los separan del canal de capital absolutamente extranjero –violando así la ley de bienes culturales- y se dará cuenta que por sus anchos pasillos no ve un solo actor argentino. Ni uno. Ni regando una plantita. Ni haciendo de extra. Ni pidiendo una reunión. Porque en el 9 no se le da trabajo a nuestros actores. Cerraron virtualmente una empresa que, desde la época de Alejandro Romay, se jactaba de darles trabajo a todos los artistas.



Con mayor o menor calidad, pero nadie puede negar que de las entrañas del recordado canal de la palomita salieron las novelas más recordadas y se formaron los actores más queridos. Hoy es un páramo donde ni siquiera los pocos que trabajan, algunos periodistas y técnicos, pueden estar en los pasillos. Por eso, Pablito, aprovechando tu carisma y tu llegada rápida al poder tenes que hacer algo. Estuvo muy bien lograr que tus compañeros lograran cobrar las repeticiones. Pero si no hacen algo rápido, de la empresa del mexicano no van a recibir nada. Ni en el presente, ni en el futuro. Es una posibilidad de trabajo que se cerró y que parece que nunca tendrá una tira con acento argentino. ¿No te importa, Pablito? ¿No les importa a los demás actores, rápidos para ponerse el traje e ir a la Casa Rosada a cholulear con Cristina?



Porque la legítima reivindicación que consiguieron sobre los derechos de repetición ni rozan al canal de la calle Olleros. Ningún argentino cobrará nada. Sólo afecta a las empresas nacionales que apuestan a las producciones argentinas, a los actores, a los guionistas, a los productores y a los técnicos. Es decir a Telefe, Canal 13, América y Canal 7 que, en mayor o en menor medida, tienen en su programación actores nacionales. Que cobrán hoy su sueldo y que cobraran mañana cada una de sus repeticiones. Con todo el derecho del mundo. Pero hoy no están peleando, gritando, movilizándose para logar que una fuente de trabajo que se cerró de una manera descarada se abra para volver a transformarse en la casa de los artistas argentinos. Perdimos un canal y nadie se dio por enterado. Con un par de noticieros y programas periodísticos parece que conformaron a una raza de luchadores como los actores. A los técnicos subalquilando los estudios a productoras independientes que sí apuestan al talento argentino. Es decir que esos camarógrafos, sonidistas, iluminadores y tiracables, cobran su sueldo de un productor nacional –en este caso Marcelo Tinelli- que pone mango sobre mango para realizar una ficción plagada de actores criollos.



Pero parece que Pablito y los demás no se dan cuenta de lo que sucede. Apenas protestaron tibiamente en la entrega de los Martín Fierro. Lograron el pan de hoy apretando sobre las empresas nacionales. Pero perdieron el pan de cada día y el futuro en un canal que esta ubicado en el país pero que se maneja desde Miami.



No queremos seguir escuchando tonos que no nos representan, no queremos ver actores que ni conocemos. Queremos engancharnos con historias nuestras. Las que hace Suar, Villarruel, Yankelevich, Lecouna, Tinelli y con un gran esfuerzo América. A nuestros actores le mojaron la oreja de una manera increíble y ni un solo movimiento.



Por eso te hablo a vos, Pablito, que lograste un derecho histórico de los actores y te fuiste a dormir la siesta. Prendé la tele, mirá Canal 9 y decime si ves a alguno de tus compañeros. Los que te acompañaron en esa patriada y hoy están sin laburo. Ocho horas diarias plagadas de brasileños, venezolanos y mexicanos enlatados. Ni un solo argentino. Despertate Pablito. Es hora que te pongas otra vez el overol del luchador de los derechos de los actores y defiendas tus propios derechos. Eso que suena y parece un teléfono es, en realidad, una señal de alarma. Todavía están a tiempo de recuperar una valiosa fuente de trabajo.

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