jueves, 21 de agosto de 2008

Frío y caliente

Por. Jorge Rial
Hacer televisión no es algo químico ni matemático. No hay que estudiar difíciles formulas ni contratar investigadores que mezclen elementos en busca del los números benditos. En la tele se necesita bastante de inteligencia de quienes manejan los canales y mucho de algo indescifrable que, algunos, llaman suerte.
No hay otra manera de explicar por qué los canales se enfrían y se calientan de a ratos, como aquellos viejos aparatos en blanco y negro que necesitaban un estabilizador para que no explotaran. Le pasó a Canal 13 el año pasado, cuando a mitad de temporada su pantalla empezó a tomar temperatura y logró sacarle el primer puesto a Telefe. Por esa época, hasta la señal de ajuste de la emisora liderada por Adrián Suar media más que cualquier programa de la competencia. Y de golpe, hace un mes, la temperatura volvió a cambiar y se mudó a Telefe.
Hoy se siente otra vez una pantalla caliente, con una tarde imbatible, un fin de semana de ensueño y un prime time que se le atreve a lo que antes parecía imbatible. Obviamente que, en ambos casos, la habilidad del Chueco y de Villarruel en algo tuvieron que ver. Colocar bien los programas, alargar más de la cuenta, acortar cuando era necesario y pegarle el tiro a lo que no servía sin miramientos. Con la frialdad de un asesino, algo de lo que debe tener un programador que se precie de tal.
Pero si existe una explicación casi mágica a estas calenturas de pantalla y tiene que ver con los hombres y sus estados de ánimo. El 13 se puso la camiseta de líder pura y exclusivamente por el arrollador avance de Marcelo Tinelli. El tipo contaminó con su impronta toda la programación, hizo que hasta los programas cool bailaran a su ritmo y eso se contagia. Todos en ese canal sintieron que eran invencibles. Que cualquier jugada les iba a salir bien. Motivación pura. Pasó en su momento con Gran hermano, cuando arrasaba en el rating y eso se notaba en la cara de los técnicos, las maquilladoras, el público. Y vuelve a pasar ahora con Talento Argentino, sin el impacto mediático de los arrabales televisivos, como el de Tinelli, pero con una importancia fundamental para la interna.
Los que hacen Telefe, desde arriba hacia abajo, volvieron a sentir que se podía. Que la punta la habían sólo prestado por un ratito. Que lo que viene va a ser aún mejor. Que volvieron a ser el equipo ganador, al que nadie se le atrevía. Orgullosos de saber que los demás jugaban por el segundo puesto. Mística pura. Ni más ni menos. Ninguna fórmula mágica. Recuperar la confianza. Eso pasa en los canales como en la vida. Ese es el misterio de por qué los canales se calientan y se enfrían. Si hasta el humilde Canal 7, con el fenómeno de los Juegos Olímpicos, hoy pelea en algunos horarios el tercer puesto con una comodidad absoluta. Vayan a preguntar en Alcorta y Tagle como se sienten. Ganadores. Conscientes que se puede. Que todos los canales tienen potencialmente rating si se lo proponen, si ofrecen una buena programación y si se lo creen. Otra vez la mística. Que se transmite de abajo hacia arriba.
Los invito a recorrer los canales que están calientes y que están fríos para ver las caras de los que trabajan allí. Es el mejor termómetro. Se los dice alguien que vivió las dos puntas. Cuando se siente que todo un canal trabaja en un objetivo, que existe un rumbo, alguien que manda y las cosas salen bien, nada es imposible. No se si puse en algún lado la palabra mística. Es eso. La que recuperó Telefe gracias a Talento y el acompañamiento de la inoxidable Susana Gimenez. La que perdió Canal 13 pese al esfuerzo individual de Marcelo Tinelli. Aprendan de él. Aprendan de los productores de Talento Argentino. Aprendan de los que trabajan en Intrusos. Nunca bajan los brazos. Pelean en cada cancha. Mística, no se si se los dije antes. Ninguna formula mágica para registrar. Mística. O, si no les quedó claros, huevos.

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